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Tres historias de terror
4 participantes
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Tres historias de terror
TRES HISTORIAS DE TERROR
La vieja González
Es difícil contarles como era la vieja González sin hablar mal de una persona que ya murió.
Solo diré entonces que en el barrio nadie la apreciaba, la vieja parecía odiar a todo el mundo, en su vida no se llevó bien con nadie, y su mal carácter no desapareció luego de su muerte física, aún sigue rezongando,recorriendo la penumbra de su casa, y ojeando la calle desde su ventana.
Cuando los vecinos notaron que hacía días que no la veían, fueron a golpear su puerta, la vieja vivía sola, a pesar de todo era un ser humano, y en una ciudad chica los vecinos no se ignoran en casos de necesidad. Cuando vi el grupo llamando a la puerta me acerqué, mi casa está al lado. Como no contestaba, y ante la insistencia del grupo de vecinos, fui el primero en entrar; un olor nauseabundo se paseaba por la casa, usando mi pañuelo como si fuera una mascarilla(para soportar el hedor) seguí buscando.
La encontré tirada en el piso de la cocina, el cuerpo hinchado, la piel gris, la cara comida por cientos de gusanos que desbordaban por sus cuencas.
Había fallecido días atrás, la luz del sol entraba por una ventana e iluminaba aquel cuerpo putrefacto.
Vi que algo se movió en la penumbra, en un rincón de la cocina. Se acercó a mi lentamente, por un instante no me pude mover.
Era el fantasma de la vieja González, su boca fruncida se movía pero no se oía sonido alguno. Los vecinos pensaron que salí de allí como un viento por causa del cadáver.
Desde entonces, muchas son las personas que han visto su fantasma, principalmente de noche, descorre las cortinas y se asoma por la ventana. Algunas personas dicen que al pasar frente a la casa, oyen que alguien los llama por su nombre, la puerta se abre y brota un olor nauseabundo.
La tabla Ouija
El grupo de muchachos reía y festejaba cada broma y ocurrencia que iba surgiendo de la animada reunión. Rodeaban una mesa cubierta por un hermoso mantel blanco, en donde habían derramado refresco y salpicado restos de pizza.
- !Se me ocurrió algo súper divertido, ya vuelvo¡ - dijo Leonardo a sus amigos y salió rumbo a una habitación, regresó con una tabla Ouija en sus manos.
Leonardo tenía dieciséis años, había invitado a un grupo de amigos a cenar en su casa, previa autorización de sus padres, los cuales esa noche iban a estar en una fiesta.
- Esta tabla ouija es de mi madre, la compró pero nunca se animó a usarla -
Decía Leonardo mientras despejaba la mesa.
Simulando estar en trance comenzó a usar la tabla y decía cuanta ocurrencia estúpida y obscena se le ocurría. Sus amigos reían a mas no poder. Ya era casi media noche cuando se retiró el último de sus
Amigos; apenas cerró la puerta la casa quedó en silencio, una atmósfera rara la envolvió. Al notar lo sucia que estaba la mesa trató de limpiar un poco antes de que regresaran sus padres. Se le cayeron los vasos de las manos y se hicieron pedazos al chocar contra el suelo, el rostro desencajado, lleno de terror, un escalofrío se elevó por su espalda como si fuese una serpiente. Al borde del desmayo Leonardo miraba como el puntero de la tabla ouija se movía solo, recorría una y otra vez las mismas letras, en toda la casa se oían ruidos y voces.
Algunas de las voces le susurraban al oído la misma frase que señalaba la tabla ouija.
“ MATAMOS A TUS PADRES”.
Al rato la policía golpeaba la puerta, venían para informar del trágico accidente.
El muñeco embrujado
Claudia integraba un grupo de voluntarios, que entre otras tareas humanitarias realizaban visitas a diferentes centros de salud, asilos, hogares de niños abandonados, hospitales psiquiátricos, ayudaban a la gente que necesitaba un cuidador o alguien que los aconsejara o simplemente conversara con ellos.
Durante la visita a un hospital psiquiátrico, un paciente se le acercó y le regaló un muñeco de trapo - Tome, esto es para usted - le dijo el hombre con la mirada perdida.
Claudia agradeció y aceptó el muñeco, algunos pacientes elaboraban artesanías como forma de terapia y solían regalar sus creaciones a la gente del grupo. En su hogar la esperaban su esposo Carlos y su hija Lorena de cinco años.
Apenas llegó guardó el muñeco en un cajón del armario que estaba en su alcoba. Apreciaba el gesto de aquel hombre, pero el muñeco era realmente horrible, medía unos treinta centímetros, estaba echo de trozos de tela y su cabeza era blanca con ojos y boca pintados de rojo.
Esa noche Claudia despertó sintiendo una sensación extraña y angustiante, encendió la luz y vio asombrada que del cajón entreabierto del armario asomaba la cabeza del muñeco y su cara apuntaba a la cama. Se sentía tan mal que no le dio importancia,
Tomó una aspirina y volvió a acostarse.
Cuando llegó la mañana su esposo la llevó al médico, el doctor le dijo que solo parecía estar agotada y le recomendó que descansara. Dos días después Claudia estaba mucho peor y no conseguían diagnosticar su mal. Una tarde fue a visitarla una tía que era monja; al rato de haber llegado su tía le dijo que sentía algo extraño, algo que había en el cuarto la incomodaba, de forma repentina el armario comenzó a temblar y emitir un sonido que se parecía a un quejido, Claudia salió de la casa ayudada por su tía.
Desde esa tarde no volvieron a ver al muñeco, desapareció del armario y con el
El mal que enfermaba a Claudia la cual se recuperó rápidamente.
Acompañada por su esposo y su tía, regresó al hospital psiquiátrico para intentar
Averiguar algo sobre el hombre que le regaló el muñeco. Resultó que el hombre
Era parapléjico, jamás había caminado y tanpoco hablaba.
La vieja González
Es difícil contarles como era la vieja González sin hablar mal de una persona que ya murió.
Solo diré entonces que en el barrio nadie la apreciaba, la vieja parecía odiar a todo el mundo, en su vida no se llevó bien con nadie, y su mal carácter no desapareció luego de su muerte física, aún sigue rezongando,recorriendo la penumbra de su casa, y ojeando la calle desde su ventana.
Cuando los vecinos notaron que hacía días que no la veían, fueron a golpear su puerta, la vieja vivía sola, a pesar de todo era un ser humano, y en una ciudad chica los vecinos no se ignoran en casos de necesidad. Cuando vi el grupo llamando a la puerta me acerqué, mi casa está al lado. Como no contestaba, y ante la insistencia del grupo de vecinos, fui el primero en entrar; un olor nauseabundo se paseaba por la casa, usando mi pañuelo como si fuera una mascarilla(para soportar el hedor) seguí buscando.
La encontré tirada en el piso de la cocina, el cuerpo hinchado, la piel gris, la cara comida por cientos de gusanos que desbordaban por sus cuencas.
Había fallecido días atrás, la luz del sol entraba por una ventana e iluminaba aquel cuerpo putrefacto.
Vi que algo se movió en la penumbra, en un rincón de la cocina. Se acercó a mi lentamente, por un instante no me pude mover.
Era el fantasma de la vieja González, su boca fruncida se movía pero no se oía sonido alguno. Los vecinos pensaron que salí de allí como un viento por causa del cadáver.
Desde entonces, muchas son las personas que han visto su fantasma, principalmente de noche, descorre las cortinas y se asoma por la ventana. Algunas personas dicen que al pasar frente a la casa, oyen que alguien los llama por su nombre, la puerta se abre y brota un olor nauseabundo.
La tabla Ouija
El grupo de muchachos reía y festejaba cada broma y ocurrencia que iba surgiendo de la animada reunión. Rodeaban una mesa cubierta por un hermoso mantel blanco, en donde habían derramado refresco y salpicado restos de pizza.
- !Se me ocurrió algo súper divertido, ya vuelvo¡ - dijo Leonardo a sus amigos y salió rumbo a una habitación, regresó con una tabla Ouija en sus manos.
Leonardo tenía dieciséis años, había invitado a un grupo de amigos a cenar en su casa, previa autorización de sus padres, los cuales esa noche iban a estar en una fiesta.
- Esta tabla ouija es de mi madre, la compró pero nunca se animó a usarla -
Decía Leonardo mientras despejaba la mesa.
Simulando estar en trance comenzó a usar la tabla y decía cuanta ocurrencia estúpida y obscena se le ocurría. Sus amigos reían a mas no poder. Ya era casi media noche cuando se retiró el último de sus
Amigos; apenas cerró la puerta la casa quedó en silencio, una atmósfera rara la envolvió. Al notar lo sucia que estaba la mesa trató de limpiar un poco antes de que regresaran sus padres. Se le cayeron los vasos de las manos y se hicieron pedazos al chocar contra el suelo, el rostro desencajado, lleno de terror, un escalofrío se elevó por su espalda como si fuese una serpiente. Al borde del desmayo Leonardo miraba como el puntero de la tabla ouija se movía solo, recorría una y otra vez las mismas letras, en toda la casa se oían ruidos y voces.
Algunas de las voces le susurraban al oído la misma frase que señalaba la tabla ouija.
“ MATAMOS A TUS PADRES”.
Al rato la policía golpeaba la puerta, venían para informar del trágico accidente.
El muñeco embrujado
Claudia integraba un grupo de voluntarios, que entre otras tareas humanitarias realizaban visitas a diferentes centros de salud, asilos, hogares de niños abandonados, hospitales psiquiátricos, ayudaban a la gente que necesitaba un cuidador o alguien que los aconsejara o simplemente conversara con ellos.
Durante la visita a un hospital psiquiátrico, un paciente se le acercó y le regaló un muñeco de trapo - Tome, esto es para usted - le dijo el hombre con la mirada perdida.
Claudia agradeció y aceptó el muñeco, algunos pacientes elaboraban artesanías como forma de terapia y solían regalar sus creaciones a la gente del grupo. En su hogar la esperaban su esposo Carlos y su hija Lorena de cinco años.
Apenas llegó guardó el muñeco en un cajón del armario que estaba en su alcoba. Apreciaba el gesto de aquel hombre, pero el muñeco era realmente horrible, medía unos treinta centímetros, estaba echo de trozos de tela y su cabeza era blanca con ojos y boca pintados de rojo.
Esa noche Claudia despertó sintiendo una sensación extraña y angustiante, encendió la luz y vio asombrada que del cajón entreabierto del armario asomaba la cabeza del muñeco y su cara apuntaba a la cama. Se sentía tan mal que no le dio importancia,
Tomó una aspirina y volvió a acostarse.
Cuando llegó la mañana su esposo la llevó al médico, el doctor le dijo que solo parecía estar agotada y le recomendó que descansara. Dos días después Claudia estaba mucho peor y no conseguían diagnosticar su mal. Una tarde fue a visitarla una tía que era monja; al rato de haber llegado su tía le dijo que sentía algo extraño, algo que había en el cuarto la incomodaba, de forma repentina el armario comenzó a temblar y emitir un sonido que se parecía a un quejido, Claudia salió de la casa ayudada por su tía.
Desde esa tarde no volvieron a ver al muñeco, desapareció del armario y con el
El mal que enfermaba a Claudia la cual se recuperó rápidamente.
Acompañada por su esposo y su tía, regresó al hospital psiquiátrico para intentar
Averiguar algo sobre el hombre que le regaló el muñeco. Resultó que el hombre
Era parapléjico, jamás había caminado y tanpoco hablaba.
Última edición por Scarlet el Jue Jul 19, 2012 6:16 pm, editado 1 vez
Re: Tres historias de terror
me encanto la de la ouija ya que era obvio si te metes en el área espiritual debes estar preparado para las consecuencias que conllevara mas aun si te burlas de ellos (los espíritus)
Shirayuki Lota- Shōnen no kakumei
- Sexo : Edad : 30 Mensajes : 610
Puntos Otakus : Reputacion :
Re: Tres historias de terror
estoy deacuerdo con lota
Isanami- Club Vocaloid
- Sexo : Edad : 27 Mensajes : 327
Puntos Otakus : Reputacion :
Re: Tres historias de terror
awww muy buenas historias!
ami siempre me han dado cosa la ouija y los muñecos~
y si se juntan ambas peor(? XD por eso me alejo de ellas
ami siempre me han dado cosa la ouija y los muñecos~
y si se juntan ambas peor(? XD por eso me alejo de ellas
Nino.chan- Shōnen no kakumei
- Sexo : Edad : 27 Mensajes : 653
Puntos Otakus : Reputacion :
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